miércoles, 24 de agosto de 2016

Democracia, origen y evolución

DEMOCRACIA:  Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes.




Aunque parezcan estar muy lejanos, los tiempos en que surgieron la democracia en Atenas y la república en Roma están llenos de enseñanzas para nosotros. No sólo encontramos en ellos, por primera vez, palabras como política, democracia, censo o comicio, que se utilizan cotidianamente en nuestros me­dios de comunicación, sino que, también, su estudio nos ayuda a reconocer la fuerza y los obstáculos que han condicionado y siguen condicionando todos los intentos por realizar el ideal de­mocrático. Veamos desde una perspectiva panorámica, cuá­les fueron las vías por las que llegó a concebirse, a inventarse, una organización democrática de la sociedad.



La democracia en Atenas
La democracia en su época más esplendorosa, bien entrado el siglo V a.C., es el resultado de un proceso de varios siglos de luchas, desórdenes, transiciones y vacilaciones. La idea de igualdad entre los ciudadanos se fue imponiendo, pero hacía falta alguien que le diera la forma y el impulso definitivos. Esta tarea correspondió a Clístenes y sobre todo a Pericles. En la persona de Pericles se encuentra la esencia de la democracia griega, las virtudes que hicieron de este sistema de gobierno un ejemplo para la posteridad. Pero curiosamente, Pericles, aunque creía profundamente en la democracia, era un altivo aristócrata muy lejos del demagogo y del que quiere conquistar al pueblo por sus maneras vulgares. Pericles se mantiene distante, cuida su com­postura, domina sus emociones e ignora las críticas. Inteligente y extremadamente cuidadoso en su oratoria, ama la belleza y la sa­biduría, por eso está próximo a los filósofos y artistas. Anaxá­goras, Protágoras, Heródoto, Fidias, Sófocles, eran sus amigos. Consiguió aglutinar a todos todos en torno a un proyecto político, a un ideal de convivencia democrático, influ­yendo decisivamente en toda su obra. Este talante que entronca con las ambiciones de excelencia de la más vieja aris­tocracia no fue obstáculo para que todo el pueblo ateniense lo ad­mirara y lo eligiera durante quince años ininterrumpidos. Veamos ahora cuáles son los rasgos más característicos de aquella democracia.
Los historiadores están de acuerdo en afirmar que la Atenas de Pericles tendría alrededor de unos cuatrocientos mil habitan­tes. Evidentemente el sistema democrático ateniense no permitía participar en los asuntos de la ciudad sino a un porcentaje muy reducido de esa población. Más de la mitad de los habitantes de Atenas eran esclavos, es decir, tenían una consideración muy próxima a la de un animal de carga o doméstico; 20% de aque­lla población estaba formada por metecos o extranjeros, dedica­dos normalmente a la actividad comercial e industrial, pero excluidos de la participación política; el 25% restante podía considerarse como ciudadano ateniense, pero las mujeres y los niños apenas tenían derechos civiles y políticos. Resulta, por tan­to, que de la población inicial sólo 7 u 8% de privilegia­dos ciudadanos podía dedicarse a los asuntos de la ciudad.
Esa minoría de ciudadanos estaba orgullosa de su condición, todos son hijos de atenienses y es esto lo que les hace iguales. Se trata de una igualdad ante la ley ya que todo joven mayor de dieciocho años que hubiera cumplido sus dos años de servi­cio militar, podía participar en la Asamblea del pueblo. Pero, tras esa igualdad legal se venía ocultando una desigualdad real. Seguían existiendo los viejos aristócratas que no estaban muy contentos con la nueva situación; junto a ellos se encontraba la clase media de los pequeños propietarios rurales y la clase más baja de los artesanos, marineros y tenderos que sería la gran benefi­ciada de las reformas.


 https://www.youtube.com/watch?v=nKLcRM8Rxds

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