La
violencia doméstica o violencia intrafamiliar es un concepto utilizado para
referirse a la violencia ejercida en el terreno de la convivencia familiar o
asimilada, por parte de uno de los miembros contra otros, contra alguno de los
demás o contra todos ellos. Comprende todos aquellos actos violentos, desde el
empleo de la fuerza física, hasta el hostigamiento, acoso o la intimidación,
que se producen en el seno de un hogar y que perpetra, por lo menos, un miembro
de la familia contra algún otro familiar. Él término incluye una amplia
variedad de fenómenos, entre los que se encuentran algunos componentes de la
violencia contra las mujeres, violencia contra el hombre, maltrato infantil,
violencia filio-parental y abuso de ancianos.
La
violencia familiar incluye toda violencia ejercida por uno o varios miembros de
la familia contra otro u otros miembros de la familia. La violencia contra la
infancia, la violencia contra la mujer y la violencia contra las personas
dependientes y los ancianos son las violencias más frecuentes en el ámbito de
la familia. No siempre se ejerce por el más fuerte física o económicamente
dentro de la familia, siendo en ocasiones razones psicológicas (véase síndrome
de Estocolmo) las que impiden a la víctima defenderse.
Estudios
realizados encontraron que en hogares donde existe maltrato o violencia
psicológica o cualquier otro tipo de violencia, los hijos son 15 veces más
propensos a manifestar algún tipo de maltrato en su etapa adulta.
La
violencia psicológica es la forma de agresión en la que la mayoría de los
países las afectadas van a quejarse y casi nunca toman acción en cuanto a dicho
tipo de violencia, ya que en este caso se unen la falta de opciones legales de
denuncia y protección frente a esta forma de violencia.
Las
señales de violencia son más fácil de ocultar si es emocional, pues las mujeres
no aceptan el maltrato de forma “pasiva”; según los estudios realizados que la
mayoría de las mujeres maltratadas no lo aceptaron y que se resistieron a él.
Estas acciones de defensa hicieron que la violencia psicológica se viera como
una agresión mutua y algunas instituciones la catalogaron como un conflicto de
pareja. Sin embargo, de los estudios realizados en Honduras solo dos de las
mujeres entrevistadas aceptaron que eran agredidas emocionalmente, antes de ser
maltratadas físicamente. Gracias a diferentes campañas públicas y con el
conocimiento de programas estatales las mujeres tuvieron más claridad acerca de
la agresión psicológica que experimentaron.
Las
mujeres que no reconocen como agresión la violencia psicológica no significan
que no vean esta forma de violencia como algo que las dañe o las deshaga o como
algo indeseable. De hecho si lo ven y son estos episodios de maltrato emocional
lo que más las mueve a hablar de sus malestares con personas de confianza así
como familiares, amigos o personas de las iglesias y es aquí donde tratan de
librarse de esas formas de agresión.
Se
podría definir la violencia familiar como toda acción u omisión cometida en el
seno de la familia por uno de sus miembros, que menoscaba la vida o la
integridad física, o psicológica, o incluso la libertad de otro de sus
miembros, y que causa un serio daño al desarrollo de su personalidad.
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